kotaix

Selk’nam Ritual de iniciación: espíritu kotaix. www.kotaix.com. Vivan los pueblos originarios de América.

Selk’nam kotaix

“Llamado Halaháches por las mujeres y Kótaix por los hombres, es en cierto sentido el contrario de Xalpen. Es un espíritu masculino del cielo. Le arrebata la supremacía a Xalpen. Cuando aparece en el Hain, ella retorna de inmediato a las profundidades de la tierra.
A veces, en medio de los arrebatos de cólera de Xalpen, los hombres empiezan a llamarlo, secundados por las mujeres que cantan su nombre para darle la bienvenida porque saben que al presentarse hará desaparecer a Xalpen. A su vez preparan una cantidad de bolas de nieve para arrojárselas pues tiene un carácter cambiante y puede dar muerte a los varones.

Halaháches es grotesco e inspira temor, pero si está de buen ánimo es cómico. Cuando sale del Hain con un gran salto, el público ve un ser de cuernos largos y más bien gruesos, que se vuelve con rapidez, belicosidad y mirada torva. Los cuernos según la mitologia, resultan del antepasado mítico que desempeñaba este papel y se transformó en un pez con cuernos.

Se sujeta el mentón con la mano izquierda y el codo levantado, mientras aferrando un palo largo con la otra va describiendo semicírculos en movimientos arrasadores. Avanza con amplios saltos laterales separando las piernas, con el torso inclinado hacia adelante y las rodillas un poco flexionadas.

El cuerpo es blanco y lleva rayas rojas, con su máscara ajustada a la cabeza y cuello. No se suelta nunca el mentón y jamás varía su postura más bien gacha ni su mirada fija. Sacude de continuo la cabeza de un lado a otro y, en sus saltos laterales se mueve siempre impulsándose con el brazo derecho. Es ágil para esquivar las bolas de nieve que le arrojan las mujeres.

A diferencia de Xalpen, Halaháches aniquila a los hombres a plena vista del público sobre el escenario. Los va matando de a dos por vez, dándoles golpes mortales con un garrote. Saca del Hain, arrastrándolas por pares a sus futuras víctimas y les da muerte en medio de una arremetida de proyectiles de nieve y gritos femeninos. Finalizada la tarea, los arrastra de vuelta a la choza ceremonial, donde el pequeño Olum obrará prestamente sus milagros.”


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